Félix Cesario
En
el discurso de entrega del premio
periodístico “Álvaro Contreras”, el presidente del Colegio de Periodistas
–deberían agregarle las siglas del indómito de lempira- Juan Orlando Hernández;
el señor Juan Ramón Mairena
en su condición de Presidente de ese ente colegiado afirmó lo siguiente
“La ética está herida…. y sangrante” ¡Válgame Dios! como es uno de ignorante,
hasta hoy sé que hasta en sentido figurativo la Ética es un ser humano que destila
sangre. Pero esto es pasable, luego agregó que “Los Periodistas y dueños de los
medios de comunicación habían violado el pacto de autorregulación, acordado en
las discusiones de la Ley Mordaza”.
La
palabra que en boca del presidente del CPH me dejó con un profundo sentimiento
de lastima e indignación, al ver que, por ignorancia o euforia (más de la
primera que de la última) el ser humano tiene vocación de esclavo y deseoso
siempre de que le pongan un bozal. La palabra AUTOREGULACION es criminal que lo
diga un periodista, y más peligroso que lo afirme quien supuestamente rectora
el organismo colegiado que supuestamente reúne a los y las periodistas, aunque
el verdadero presidente sea el gobernante de turno.
La
primera vez que en el periodismo se decretó la autorregulación fue en
Inglaterra y fue precisamente contra el primer impresor del Reino Unido,
William Coxtan, en el año de 1476; cuando a ordenanza del monarca se le ordenó
que toda `publicación debía ser regulada por parte del régimen monárquico. Si
nos ponemos ligeramente analizar que significa regular, veremos que es:
Reglamentar, ordenar y, en el último de los casos, censurar. Además la Ética no
se hiere ni mucho menos desangra, simple y llanamente se viola o en este caso
se auto viola; porque la Ética es un término que está dentro de la
jurisprudencia, aquí y en cualquier parte del mundo y quien lo haga o lo
consienta es un criminal de la Libertad de Expresión.
Hemos
sostenido que en la libertad de informar, se detecta al menos tres tipos de
censura practicada por los gobernantes de turno, en el caso hondureño, que es
el que conocemos mejor, veamos: está la censura gubernamental, misma que por
ser el administrador del Estado hondureño maneja, a través de la secretaria u
oficina de estrategia de la comunicación, millonarias cantidades de lempiras
solamente para contratos con los dueños de los medios masivos de la
comunicación para que, todos y todas los y las periodistas que trabajan para
dicho medio digan la verdad sobre la gestión y personalidad del Presidente;
esto es lo que se conoce como censura gubernamental.
En
segundo lugar están los empresarios dueños de los medios masivos de
comunicación que, por los millonarios contratos pactados con él o la
representante del presidente (menos el mío) de la República, les comunica o
“socializa” la agenda informativa y la de opinión para que ningún periodista se
atreva hacer señalamientos sobre la “buena” gestión del primer ciudadano del país; esto es lo que
se le denomina censura empresarial.
Y
por último esta la que, las y los periodistas entran en arreglos personales en
asuntos financieros, regalías, colocación de algún pariente en puesto del
gobierno, ya sea en una oficina de la burocracia de la “cosa pública” o en el último de los casos, en alguna
agregaduría del servicio exterior, como hay varios en el extranjero; de esta
manera las y los periodistas que cubren principalmente la casa de gobierno -la
fuente informativa más apetecida– previo contrato de palabra de hablar bellezas
de gobernante y su administración, cometiendo con estos actos la más
despreciable y detestable de las regulaciones que una o un periodista puede
cometer: La Auto-Censura.
Basta
escuchar, leer o ver las transmisiones informativas o de cualesquier índole y
se comprobará que por la paga baila el mono.- Razón de sobra tubo Otto Bismarck
al crear “El fondo de los reptiles” que no es más que la partida presupuestaria
para pagarle a las y los periodistas de los medios de comunicación para que
ejerzan un periodismo regulado y
ponderado de acorde a como la mentira sea dicha de manera tal que
parezca verdad. ¡Claro que hay excepciones! pero no llegan a tres los
medios informadores de la verdad.
Terminamos por aclararle a las y los periodista que, no
hay que confundir: derecho a la Libertad de expresión y pensamiento, y Libertad
de información; cada cual tiene su función determinada, las libertades de
informar y de expresar y difundir, así como de recibir por cualquier medio
información es ley, según el convenio o tratado de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos en su artículo 19 y quien lo haga o lo insinué comete
delito. Esto fue lo que olvidó el señor Juan Ramón Mairena y como él se auto
reguló y se llevó de encuentro al gremio periodístico, que según él hay un
acuerdo de regulación de la verdad, a confesión de partes… relevo de pruebas.
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