Cesario Padilla
A pesar de todo y con un grupo de estudiantes decididos a la defensa de la Educación Pública y de su garantía para acceder a ella, él llegó ese día, puntualito como la historia misma, a sumarse a uno de tantos inventos creados por los robots del Neoliberalismo en Honduras depositados en nuestra Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Según el estigma que impera en nuestra máxima casa de estudios, el tipo que empezaré a describir tiene todos los plantes de ser enemigo de la IV reforma (inexistente). Posee cara de malo, tiene el defecto de ser trigueño, anda armado -con libros y sus ideas- y tiene la idea asesina de poseer un discurso diferente al que impone el oficialismo universitario, todas estas características se encuentran en una persona, su nombre, Dario Morán.
Dario no está organizado, no tenia porque estarlo, basta con indignarse ante una arbitrariedad, acompañó la movilización interna convocada por diferentes grupos estudiantiles contra un proyecto de normas académicas que en ningún momento fueron consultadas con los y las estudiantes. Estuvo en la movilización desde el inicio, en un lugar simbólico, la Plaza Eduardo Becerra Lanza.
En ese lugar, donde se construye y se destruye - como diría nuestra Clementina Suarez- Y para Dario sin duda fue un punto de encuentro no solo con la aglomeración de compañeros y compañeras presentes en ese lugar, sino que con el recuerdo de unos de nuestros mártires estudiantiles, el flaco cuyo único delito fue acompañar las luchas estudiantiles y vincularlas con el movimiento popular de la sangrienta época de los años 80 y que las hienas cargadas de odio y sedientas de sangre se lo arrebataron a la patria hace 32 años.
Quien nos iba a decir a nosotros y nosotras que a esa hora, se encontrarían dos compañeros, unos físicamente y el otro en el recuerdo, en la consigna, en el panfleto, en el recuerdo de quienes andaban con él hasta su asesinato. Antes de que Dario probara el amargo sabor de las bartolinas por defender sus ideas, a sus compañeros y compañeras, a toda una juventud que espera un cupo en una universidad silenciada, estuvo acompañando el recuerdo de ese agosto de 1982.
Ahora, en lo que se supone llamamos tranquilidad, la plaza está sola. Queda el cipote que fue brutalmente golpeado y que la presión de los compañeros y compañeras estudiantes hizo que saliera de las rejas de la barbarie. Hoy que por rechazar un conjunto de artículos, defendidos por aquellos que en el pasado levantaban el puño izquierdo jubilosos y que hoy se ocultan bajo sus MASCARAS. se te persigue judicialmente y ante el ejemplo del flaco, del futuro médico, del eterno compañero, no me resta mas que decirte; Dario, te presento a Eduardo.
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